Según la OMS los accidentes cerebrovaculares son fenómenos agudos que se deben sobre todo a obstrucciones que impiden que la sangre fluya hacía el corazón o el cerebro; determinándolos además como la tercera causa de muerte y la primera causa de invalidez en adultos de países desarrollados. Entre las múltiples y complejas manifestaciones clínicas que pueden experimentar las personas damnificadas por un ACV se encuentran en elevada frecuencia las secuelas motoras, que se manifiestan y evolucionan de distinta forma según la persona. Estas alteraciones limitan a la persona en el desempeño de su vida diaria, conformando una de las principales preocupaciones del enfermo y de los familiares; así como uno de los primordiales objetivos de rehabilitación para lograr el máximo grado posible de independencia funcional.