Es ampliamente aceptada la idea de que la educación de hoy en día debe trascender el componente cognitivo que tradicionalmente ha justificado la configuración de los currículos (Hirst, 1974; Hirst y Peters, 1970). Como consecuencia del desarrollo científico de los últimos siglos, una parte de la sociedad se ha visto beneficiada en términos de eficiencia y calidad de vida; no obstante, este avance no ha alcanzado a todos los sectores de la población, por lo que, si realmente queremos hablar de un verdadero avance social motivado por el conocimiento científico, el rumbo de la educación debe ser reconducido.