Arnie se queda solo en casa, lo que significa que es tiempo de fiesta para este perro y sus amigos
caninos. Música esta sonando y los perros bailan, pero Stanley la ardilla también quiere entrar. Nunca ha ido a una fiesta. A medida que las cosas comienzan a salirse de control, Arnie se apresura a limpiar.
Stanley observa, sin ser detectado, conmocionado por el comportamiento de estos fiesteros. Cuando la dueña de Arnie, Lucy, llegue temprano a casa, se sorprenderá de a quién culpan por el desastre de esta fiesta.